
Puedo decirles que después de una vida muy distraída y alejada de todo lo que tuviera que ver con Dios, terminé perteneciendo al grupo de monaguillos de la parroquia Inmaculada Concepción de Cotuí, mi pueblo. Con el tiempo e inexplicablemente, el servicio en el altar no era un simple compromiso, sino, que se convirtió en lo que le daba color a mis días, a mi familia y a toda mi existencia.
Como si toda mi historia estuviera encaminada a eso, recuerdo que estaba parado en la puerta de la sacristía de la parroquia en diciembre del 2009, cuando motivado por el testimonio y la alegría de algunos sacerdotes, decidí conocer el seminario. Ellos contaron su experiencia y la alegría que sentían de poder servir a Cristo desde su ministerio y eso sonaba tal y como me estaba sintiendo.
Conocí el seminario y participé en varias jornadas hasta que gracias a Dios fui electo un 19 de junio del 2011. No sé con certeza si este es el camino por el que Dios me quiere, pero, hasta el momento el corazón no me dice otra cosa. Lo que si tengo seguro, en mis 6 años de seminarista, es que por encima de todos mis defectos, debilidades y las pruebas que se presenten,Él no me deja solo, y si confío en Él no hay nada que temer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario