Con una reflexión socio-política de la sociedad de “estos
tiempos” y una invitación a adentrarnos en el maravilloso mundo de la
filosofía, inició la formación del pasado martes 28 de octubre de su eminencia
Mons. Fausto Mejía Vallejo, obispo de la diócesis de San Francisco de Macorís,
quien es actualmente también el encargado del clero diocesano y los seminarios
de la República Dominicana.
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Mons. Fausto Mejía Vallejo |
Expresaba, con gran dominio del tema, los aspectos que demuestran
el mundo desconcertante en que vivimos, presentando los atentados, las
violaciones, robos, y otros males que se han adentrado en nuestra sociedad
dominicana. Antes, decía, “no se veía esto en el país, pero los tiempos han
cambiado. Y es por eso que también el sacerdocio debe cambiar, para responder a
las nuevas exigencias del mundo y de la sociedad”.
Resaltaba que la humanidad ha perdido los valores
fundamentales que la orientaban correctamente. No hay ese interés, en las
familias, escuelas e instituciones públicas, de formar en auténticos parámetros
racionales. Por lo tanto existe una despreocupación popular por intentar hacer
el bien.
Nos motivó, con mucho entusiasmo, a comprender estos
comportamientos por medio de la filosofía, como ciencia que nos hace críticos.
Ella que nos ayudará a reflexionar sobre
lo que pasa, y por qué pasa. Y junto a nuestra fe, entonces, dar razón de esperanza
y de alegría al mundo, donde la Iglesia, nosotros, nos podamos encarnar en la
sociedad como lumbreras que guíen con la luz de Cristo el mundo perdido en las
tinieblas.
Pero, ante todo esto, nos advirtió que no es fácil el
camino: “hay que entrar por la puerta estrecha” y subir, junto a Cristo, la
difícil pendiente de Jerusalén. Tomar una decisión y plantearnos un ideal
claro, qué es lo que queremos, entonces poner todo nuestro empeño y dedicación
por alcanzarlo. Aclaró, además, que solos no podemos, que el individualismo nos
arrastrará al fracaso.
Concluyó con una invitación muy inusual a revivir LA TEOLOGIA DE LA LIBERACIÓN, que no es
otra teología sino, más bien, una forma diferente de hacer la misma. Donde se
pone al ser humano como centro de observación para responder, desde los valores
del evangelio, a los problemas que enfrenta hoy día. Con un deseo inmenso de que
nos adentremos en este espíritu de renovación social nos impartió la bendición
y finalizó la formación.
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Mons. Mejía con los seminaristas de San Francisco de Macorís |