Cada año en el Seminario San Pío X se realiza un encuentro entre los seminaristas del Propedéutico y de Filosofía y los profesores de la Ponticifia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Este año no fue la excepción. Dicho encuentro tuvo lugar el pasado 18 de febrero en el recinto del Filosofado. Tuvo la particularidad de que, por primera vez, se invitó también a los maestros y maestras de los seminaristas del Propedéutico o Prefilosofado. asimismo a otros empleados de la universidad que impactan positivamente en la formación, como el bibliotecario Jesús que tuvo las palabras de honor.
Desde días anteriores, los seminaristas estuvieron preparando con gran regocijo este compartir, limpiando con mucho esmero las áreas del seminario, tanto internas como externas. Cuando llegó el esperado día, hubo entrega desde el principio.
Los maestros comenzaron a llegar a partir de las 9:30am, y, cuando llegaban, eran recibidos de inmediato en la cafetería con aperitivos y saludos afectuosos, no solo personalmente, también por el micrófono de parte de alguno de sus alumnos. Los profesores, tenían la oportunidad de disfrutar del juego de dominó o entablar una calurosa conversación con los presentes.
Al llegar la hora del almuerzo, se congregaron todos en el comedor para degustar el buffet que se había preparado. Las mesas se llenaron y, hasta de lejos, se podía apreciar que en ninguna faltaba un caluroso compartir o una sonrisa intercambiada.
Acabada la comida, los maestros empezaron a disfrutar de los talentos de sus estudiantes, escuchando primero una hermosa canción a cargo de una representación del Coro San Pío X. Seguido de esto, el Grupo de Teatro realizó una obra que remontó a los tiempos antiguos de hace alrededor de 50 o 60 años, donde, al no haber tanta tecnología, era más fácil la convivencia. No faltaron las risas de los espectadores y la buena actuación de quienes tenían a cargo dicho drama.
Para finalizar, cada uno de los profesores se presentaron y mencionando la asignatura que imparte, para que pudieran conocerlos aquellas personas que los veían por primera vez. No pudieron limitarse a decir tan pocas palabras, que tuvieron que expresarse, escuchandose en la mayoría de ellos: “Ustedes se distinguen entre todos mis alumnos por lo buenos que son.”, dirigiéndose a los seminaristas.
Todo concluyó con la presentación del equipo de los sacerdotes formadores en el seminario y la bendición final. Fue un día fraterno de alegría, tanto que se pudo escuchar en algunos seminaristas: “Este encuentro ya no me parece un compartir entre profesores y alumnos. Ahora parece un compartir entre amigos.”