Habló de la alegría, la nostalgia y los recuerdos que sentía cada vez que entraba en la capilla del Seminario San Pío X. Monseñor Diomedes duro 4 años como seminarista en dicho seminario y alrededor de 10 años siendo formador en alternadas ocasiones.
Con su carisma, y muy simpática forma de ser, animó a los seminaristas a vivir con alegría su vocación y a no tener miedo cuando sus formadores tengan que hacer la evaluación semestral (comenzada ese mismo día), sabiendo que quien ha caminado rectamente en la senda del Señor, no tiene nada que temer.
El seminario disfrutó y agradeció a Dios por su presencia y su testimonio de vida, más que de palabra.
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