Soledad, sosiego, silencio, serenidad. Vida
interior...Un verdadero encuentro con Dios. Es lo que define un retiro. Por
ende, estos momentos son muy importantes para la persona, ya que es una manera
eficaz de encontrarse con Dios. En los Seminarios mensualmente se realiza un
retiro, donde los seminaristas pueden renovar su vida espiritual. Sin embargo,
una vez al año, se realiza un retiro de una manera diferente, en el cual todos
los seminaristas de cada diócesis de la iglesia Dominicana se reúnen, llamándolo
retiro convivencia. Este comúnmente se realiza en el primer fin de semana de
febrero.
Cada seminarista de cada diócesis obtiene
experiencias diferentes de este retiro, ya que las distintas diócesis en
particular, preparan actividades diferentes. Pero estas actividades tienen un
mismo fin, el compartir con los demás compañeros, llegar a conocer a los demás,
buscar la integración de cada seminaristas sin importar que este en el Menor, Filosofado
o Teología.
Los seminaristas de la Arquidiócesis de Santiago se
congregaron en el seminario San Pío X. Donde en la tarde del viernes se le dio
una grata bienvenida a los que están en teología, en la capital. En la noche se
inició el retiro con un acto penitencial, para culminar al mediodía del sábado, con una misa. Entre
otras muchas actividades, como: tarde deportivas, compartir de experiencias vividas
en el seminario, pasadía en piscina, parrilladas, peregrinaciones, etc.
Muchos al terminar el retiro quisieron contar lo que
le marco o le llamo a la atención en ese fin de semana. Uno de la vega dice:
“Monseñor Camilo nos impartió el retiro, la experiencia fue fabulosa”. Otro “Se
tomó la noche del sábado para compartir experiencias”; estos retiros ayudan en
la parte vocacional, ya que al conocer a los demás compañero, algunos ya
terminando y otros iniciando, y escuchar las experiencias de cada uno, eso
verdaderamente ayuda. “Sería bueno dos veces al año”.
En suma, el retiro convivencia es más significativo
porque se basa en la parte espiritual y en el compartir. Es una ocasión en la
que se puede entrar en la oración y en una reconciliación con Dios. También, una
oportunidad para el seminarista, de compartir con sus otros compañeros. Esto
Sobre todo ayuda y fortalece el camino vocacional del sacerdocio.
Por Henri Abreu
2do de filosofía